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El Reto de Vivir en Armonía

Por: Myra Sánchez

Vivir en armonía puede ser un reto difícil, porque la vida nos sorprende con algunas situaciones complicadas a las que tenemos que enfrentarnos de la mejor manera posible. En ocasiones, la dificultad se relaciona con algunas personas de nuestro entorno que tienen la capacidad de impactar nuestras vidas, como son los padres, profesores, familiares, vecinos, compañeros de trabajo, jefes, colegas, amigos, parejas, etc., en las que el ego juega un papel importante.

En otros casos, se trata de enfrentarse a pérdidas, como puede ser la toma de decisiones ante la enfermedad o muerte de un ser querido; un divorcio; perder el empleo y hasta perder propiedades o pertenencias como consecuencia de desastres naturales. Y…qué me dicen de los problemas entre herederos. De hecho, cuando hay dinero de por medio y se anda en busca de tener ganancias, es bastante complicado lograr acuerdos para que todas las partes obtengan el justo valor.

Volviendo a la premisa del comienzo, nos pueden suceder un sinfín de cosas, pero cuando se requiere llegar a acuerdos con otras personas para resolver una situación, lo usual es encontrar dos tipos de personas: los conciliadores y los disociadores. Aclaro que no se trata de ser bueno o malo, sino de tener voluntad para encontrar soluciones o no. Hará falta mucha negociación si entre los afectados existe un disociador. De otra parte, ser capaz de trabajar con discrepancias y llegar a acuerdos, es una virtud de gran valor que poseen personas “conciliadoras” que son un verdadero regalo tenerlos en nuestro entorno. Como “hay de todo en la viña del Señor”, en ausencia de poder lograr acuerdos, será necesario contratar recursos profesionales, como es el caso de consejeros, asesores y otros servicios que a veces pueden ser onerosos si hay que llegar a la corte para dilucidar controversias.

Por definición, el conciliador es una persona que busca solucionar discrepancias; es el mediador (aunque este término no es exacto desde perspectivas legales) que pacta, acuerda, pacifica, arregla, armoniza y busca llegar a acuerdos. Por lo tanto, es el que busca la solución de los conflictos de tal forma que no haya ganadores o perdedores, si no que, de alguna manera, todos puedan ganar. Definitivamente, el conciliador va a encontrar verdaderos retos cuando trata de negociar con personajes que están convencidos que lo merecen todo, sea por ignorancia, por experiencias pasadas que lo han hecho egoísta o porque están influenciados por intereses de terceros que podrían ser antagónicos con alguna de las partes en la negociación.

No es fácil…pero nuestras posibilidades para lograr vivir en paz y crear un mejor mundo, mejoran con nosotros mismos. Por eso, bien vale la pena que nos auto evaluemos para determinar si en la práctica acostumbramos a asumir actitudes conciliadoras en situaciones de conflicto. También será valioso echar una mirada a las personas en cuyas opiniones confiamos y analizar su historial, su forma de obrar y cuán buenas o malas son sus habilidades para relacionarse. Y, es que el conciliador usualmente tiene un buen círculo de amigos; es transparente, decidido y seguro de sí mismo, pero, además tiene sentido de justicia y es capaz de reconocer sus errores.

Curiosamente el disociador, aunque por lo general no se presenta como figura de confrontación y hasta puede ser tímido, suelen ser personas de baja autoestima y muy malos “perdedores”. Como lograr acuerdos depende de que haya beneficios para otros, son personas que solo tranzan en puntos de menor interés.

Se dan casos, como puede suceder en la política, en que alguna de las partes quiere asegurar un beneficio mayor, a tal extremo que, si contratan conciliadores o mediadores que le sugieren ceder de alguna manera, terminan despidiéndoles y contratando a otro, arriesgando el “momentum” o la oportunidad para lograr mejores acuerdos.

Al final, cabe destacar que el primer paso para vivir en armonía es personal e individual. Lograda la paz interior, podremos ser capaces de transmitirla a los demás y convertirnos en seres conciliadores que promueven la justicia. Porque cuando no hay justicia, no hay paz, algo que bastante falta hace en los momentos históricos que vivimos.


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