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“Missi, no deje de venir…”

Por: Myra Sánchez
editorial@placerespr.com

 

En Puerto Rico se hacen muchas y buenas Obras de Misericordia. Pero entre éstas, es bastante complicado encontrar personas que trabajen con el sector de la población que está confinado. Sabemos que las leyes son estrictas, pero ésta es, sin duda alguna, una de las obras más necesarias y retantes. Por eso, cuando supimos del proyecto ‘Resurgir’, a través de nuestra amiga Lara Tapia, sentimos una profunda alegría y quisimos que ella misma nos contara sobre su participación en el mismo.

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Lara Tapia imparte clases de yoga en varios centros de rehablitación de mujeres confinadas. Esto es la primera vez que ocurre en Puerto Rico. Suministrada.

Lara Tapia es una joven comunicadora de profesión que, por selección, es además instructora de Yoga y de Pilates, entre un sinfín de otros intereses. Ella reconoce la capacidad de los medios de comunicación para promover la disciplina del yoga como herramienta para nuestra vida. Sin embargo, sabe que hay unos sectores muy necesitados de los beneficios de la Ciencia Yoga, a los que no puede alcanzar a través de los medios.

Como nos comenta Lara: “Conocer los beneficios de la Ciencia Yoga para la salud mental es una gran herramienta de vida. Practicarla permite calmar nuestra mente, para que nuestro organismo y sistema nervioso descansen y armonicen… para lograr paz mental”.

Por lo anterior, cuando la llamaron para trabajar con mujeres confinadas, aunque tuvo sus inquietudes, no tardó en motivarse para llevarles herramientas de sanación y relajación que las ayuden a conectarse con su cuerpo, mente y espíritu porque: “Ellas son parte de nuestro país y muchas de ellas podrán salir a la libre comunidad”. Sobre esa motivación nos cuenta: “Hay que hacer cambios allí adentro. Llevarles un mundo de nuevas posibilidades a esta población olvidada. Mi meta es llevar una visión de libertad de espíritu, aunque su cuerpo esté en un espacio cerrado. Que experimenten que hay mucho más por descubrir y que desde sus espacios pueden conectar con una energía más elevada que será el puente de la transformación. Que reconecten con su humanidad y el perdón, que es la puerta hacia la libertad”.

Lara fue llamada por Georgianna Rosario del Departamento de Corrección, para ser parte del Proyecto Resurgir y está ofreciendo, en varios centros de rehabilitación de mujeres y jóvenes, yoga y meditación, junto a Lilly García con ‘coaching’ y Juliana Ortiz con ‘movimiento corporal’.

El emocionante y productivo esfuerzo comenzó en octubre y las clases son de una hora, cuatro días de la semana, a cuatro grupos distintos.

Le preguntamos a Lara cuál entiende ha sido el mayor reto y nos comenta que fue: “Liberarme de la preocupación y la inseguridad de ser capaz de lograr impactar positivamente a estas mujeres y jóvenes para lograr el cambio anhelado”. Con satisfacción nos cuenta que pudo superar esos retos porque: “A través de YogabyLara y a raíz de las necesidades encontradas, fui ajustando técnicas para impactar positivamente a las participantes del proyecto. Comenzamos a trabajar con su autoestima, con su auto-conocimiento; con su confianza; amor propio; a que aprendan a perdonarse y con ello, comenzar a sanar”.  Lara ha visto que cada encuentro las ayuda a superar un nuevo escalón porque ahora sienten, que a pesar de que están aisladas, existen herramientas a su alrededor, que pueden ayudarse unas a otras, a cuidarse de mente, cuerpo y espíritu y a enfocarse en nuevos retos positivos.

“Mi meta es lograr que aún en la densidad de la cárcel, puedan inspirar más paz, que desarrollen talentos; que aporten a la comunidad… Que hagan proyectos y sientan que la vida no ha acabado, que con cada clase se acerquen a la autorrealización”, nos dice Lara con determinación y emoción.

Ya el grupo que trabaja el proyecto puede hablar de resultados y en el caso particular de Lara, nos comenta: “El impacto que he visto en ellas, luego de varias sesiones, es que comienzan a tener una actitud de apertura y confianza. Ya puedo observar que una luz comienza a brillar en sus ojos, que hay lágrimas de sanación; que llegan a la clase y me saludan con entusiasmo y que cuando se van y me dan las gracias”.

De hecho, Lara habla de grandes satisfacciones por lo que está haciendo con el grupo y nos cuenta que la mayor es  “Ver la empatía y ver sus rostros con esperanza cuando me dicen ‘Missi, no deje de venir”.

Y Lara y las demás colaboradoras del proyecto Resurgir quieren seguir, porque hacen falta, porque ellas también necesitan y valoran servir…

“…Porque estuve preso y fuiste a visitarme”


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