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El impacto de la justicia en nuestras vidas

Por: Ivelisse Agostini
 

Por definición, la justicia es la virtud que inclina a dar a cada uno lo que le pertenece o corresponde y desde su aspecto más conocido, se expresa ésta a través de hacer valer los derechos de cada persona. En cualquier caso, es uno de los valores que parece más complicado practicar porque impacta demasiados aspectos de la vida. Para ser justos, tenemos que respetar y dar valor, no sólo a nuestros intereses y necesidades, sino a los de los demás. Igualmente y de forma justa, tenemos que reconocer a todo el que obra bien y condenar al que obra mal. En resumen, la justicia requiere discernimiento entre lo correcto y lo incorrecto, así como equidad y equilibrio.

Desde la perspectiva social y con el propósito de ‘hacer justicia’ los gobiernos y sus diferentes sistemas han creado leyes que dictan lo que se supone que es correcto e incorrecto. Lamentablemente, los intereses personales y políticos distorsionan el concepto de justicia y con ello surgen los problemas sociales, el discrimen, las rebeliones, las represiones y las guerras.   De ahí el valor que adquiere la célebre frase de George Washington: “Cuando la Política entra por la puerta, la Justicia salta por la ventana”. En nuestro sistema de derecho, se presume que todo el mundo es inocente, mientras no se prueba lo contrario. Por ende, quien quiera alardear de justo no puede discriminar, ni tener favoritismos, ni perseguir, ni amañar, ni difamar.

En la medida en que cada uno practique la justicia en su entorno particular, podremos aspirar a un mundo mejor. Para que se nos facilite practicar la justicia, te recordamos algunos detalles cotidianos que pueden acercarla a tu vida.

Pareja y hogar – Las parejas pasan por diferentes etapas entre las que se incluyen la atracción, conocerse y disfrutar afinidades; la convivencia; el descubrimiento de defectos y nivel de tolerancia de cada uno; superar decepciones; rechazar o aceptar al otro y madurar. Desgraciadamente algunos no superan las últimas etapas y, en el caso de quedarse juntos convierten su relación en una de crisis cíclicas porque se unen, quienes no debían hacerlo. En otros casos deciden separarse a tiempo. Una relación exitosa depende realmente de que exista mucho amor y compromiso antes de decidir casarse. En este caso, la justicia depende de que cada uno aporte equitativamente en los quehaceres del hogar, en el diligenciamiento de responsabilidades que les afecten como pareja y en ser desprendido para atender las necesidades de la otra persona y hacerle sentir querido. De igual forma, debe haber equidad en el uso y disfrute de los privilegios en materia de confort, así como de tiempo para disfrutar de aquellas cosas que le agradan a uno y otro y que no pueden disfrutar juntos, sin egoismos, ni críticas. La relación no funciona cuando se convierte en esclavitud para una de las partes; tampoco funciona cuando el egoismo de alguno supera la equidad en cualquier aspecto emocional y fisico. Pretender que una persona se someta a nuestros gustos e intereses es el camino que lleva a la discordia, a la frustración y a la separación. Y, es que, si no existe el balance justo entre compartir, dar y recibir, la relación se vuelve tóxica con uno y otro mostrando críticas e insatisfacciones constantes, cual si fueran jueces en una corte. Y …llega el fracaso y la entrada de figuras externas a decidir por ellos, sin que necesariamente se haga justicia.

En una familia que desea mantener un ambiente de justicia en el hogar, se deben distribuir entre la pareja las tareas del diario vivir, así como las responsabilidades administrativas de forma balanceada. De igual, forma se tiene que incorporar a los hijos a las tareas y proyectos, distribuyendo responsabilidades entre ellos, no solo considerando equidad, pero lo que cada uno puede asumir por su condición de edad, madurez y capacidad. Establece prioridades con el tiempo libre: que haya estructura y la seguridad de que las necesidades están cubiertas y también tiempo para diversión, en ese orden. Asegúrate de reconocer las buenas obras y reprender las equivocaciones de tus hijos, en cualquier caso con la debida discreción. Si tus padres o los de tu pareja viven, dedica tiempo y contribuye a que tengan una vida sana y digna. Enseña a tus hijos el concepto de cada uno de los valores morales para que aprendan lo que debe ser la sana convivencia.

En la comunidad –  Los momentos que vivimos nos mantienen algo distanciados y, lo usual, es que disponemos de poco tiempo, pero debemos asegurarnos de vivir en comunidad. De todas formas, aunque no sean los mejores amigos, conoce a tu vecino y responde ante cualquier necesidad. Respeta su espacio para poder tener la capacidad de exigir respeto sobre el tuyo. Cuando sea posible, participa en aquellas actividades que contribuyan al bienestar común y cumple con tus obligaciones económicas en ese sentido. Si tienes el don de liderato y el tiempo, no rehuyas asumir alguna responsabilidad que contribuya a velar por el bienestar general, por encima del interés personal.

Asociarse y congregarse con personas con quienes compartes intereses y creencias, aunque en este momento no se nos es permitido de formal personal, ayuda a lograr metas comunes y a conocer las necesidades de otros. Sé solidario con quienes necesitan y contribuye con ellos en la forma que te sea posible. No seas “relativista” cuando tengas que evaluar lo que es correcto o importante. Nunca lo ‘casi’ es completo, ni el “tal vez” una realidad. Evita confrontaciones por los famosos temas que más las provocan: la religión y la política. De igual forma, no subestimes los excesos, en cualquier caso, son perjudiciales.

En el empleo – Si te preparaste y tienes una posición de liderato desde la cual tengas que supervisar, trata a tus compañeros tal cual si fueran hijos (ver detalles ‘en el hogar’). En este caso las reglas las pone la compañía y te va a tocar muchas veces decidir en favor de ésta, pero tienes que hacerle saber a ese supervisado que le estás pidiendo hacer lo mismo que haces tú, cumplir con su responsabilidad. Para ello, tienes que dar ejemplo… si no, nunca te respetarán, dando lugar a situaciones desagradables. En cualquier caso, debemos dar el máximo, bajo cualquier circunstancia. Hoy muchos están solo pendiente de lo que es su ‘job description’ o lo que dicta su convenio laboral y han olvidado que nuestro país creció con gente que sin tener el nivel de educación que existe ahora, ‘echaban el resto’ y se fueron superando. Hablo de los que supervisan, porque son los líderes los que mejor oportunidad tienen de hacer justicia entre los empleados y lograr un ambiente de armonía en el lugar de trabajo.

Al final, la mejor forma de practicar la justicia es evitar vivir ‘juzgando’ a cada persona o cada situación. Y, es que, antes de emitir un juicio, hay que conocer todo el trasfondo que provocó o provoca una decisión o una acción; no tener ese análisis nos pone en riesgo de cometer injusticias.

Por eso, “que lance la primera piedra el que esté libre de pecados”.


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