Nuestro sabroso “límber”
El límber” es, con toda probabilidad, una de las delicias refrescantes favoritas de Puerto Rico y, definitivamente, la de más fácil confección. Para el que no conozca el “límber” puertorriqueño, se trata de una golosina congelada en recipientes pequeños, con jugos de frutas y otras bebidas. Es tan sencillo como derramar el liquido seleccionado en vasitos plásticos pequeños y esperar las horas necesarias para luego consumirlo a satisfacción, sorbiendo, hasta hacerlo desaparecer, antes de que se descongele. Aclaro que cuando decimos que es de fácil confección, nos referimos a los que se hacen “en casa”, no a los que se mercadean comercialmente.
Se dice que los sabores de “límber” más solicitados son los de piña y coco, pero si me preguntan a mí, prefiero el de limón y, aunque no lo crean, el de chocolate que yo misma preparaba en casa, siendo una niña, mezclando leche con chocolate en polvo. ¡Oh, Dios! Si no han probado este sabor, los invito. En cualquier caso, si se animan a prepararlos, consideren que la bebida a utilizar debe ser un poquitín mas concentrada de lo que de ordinario se la tomarían.
Aunque con esta opción congelada realmente no “nos inventamos la rueda”, creo que si es muy curioso el origen del nombre con el cual la bautizamos. Y, es que, fue nombrada así a raíz de que Charles Lindbergh, el primer aviador que atravesó el Atlántico sin paradas, volase a la Isla en 1928, en el mismo avión con que realizara su hazaña, el “Spirit of St. Louis” y fuese obsequiado con un jugo de fruta congelado. El entusiasmo del piloto por la delicia provoco que se le pusiera su nombre (por lo menos la pronunciación de este).
Desde entonces, el “limber” adquirió mayor fama y comenzó a ocupar los congeladores de las neveras en todos los hogares. Asimismo, se comenzó a vender en puestos y carritos en los diferentes puntos del país y hasta ha llegado a comercializarse en tamaños de 4 y 6 onzas. Lo más sorprendente que he visto es verlos en cubos o en “esferas perfectas” como parte de un coctel.
Uno de los lugares más famosos donde por años los puertorriqueños y algunos turistas que se enteran se acercan a comprarlos, es en la Calle de la Caleta de las Monjas #9, en dirección a la pequeña plaza frente a la Bahía de San Juan, donde se puede disfrutar de la estatua de La Rogativa y de una espectacular vista, mientras disfruta de su “limber” entre uno y otro sorbo. Cuentan que, por su excelente ubicación, el lugar ha tenido por clientes a todo tipo de celebridades que con “pesito” en mano, llegan a comprar de la variedad de sabores locales que preparan.