Aprender “a perder” para triunfar
Por: Myra Sánchez“He fracasado una y otra vez en mi vida, por eso tengo éxito”. Michael Jordan
El gran reto para quienes deseamos tener paz mental en los tiempos modernos es poder aceptarnos, con nuestros defectos y virtudes, nuestras debilidades y fortalezas, nuestros “triunfos” y “fracasos”. Y, es que, lo que debería ser un proceso sano de evolución individual y personal, se complica cuando respondemos a la presión de lo que dicta la sociedad sobre el tema “éxito” y el tema “triunfo”, considerarse “ganador” o “perdedor”. Sin duda, el “éxito” y el “fracaso”, pueden ser “relativos” dependiendo de factores y valores, pero sobre todo, desde la perspectiva de creer que uno u otro pueden ser estáticos y que no hay evolución.
Para evitar que nuestros hijos se conviertan en víctimas de ese “fuego social”, debemos educarles para que aprendan a manejar estas percepciones de una forma satisfactoria. Es muy importante trabajar con ellos a una edad temprana para que, llegada la adolescencia, tengan la capacidad de manejar la presión de grupo, la cual conlleva tantos riesgos. Por esto, hay que apoyarlos con nuestro ejemplo, evitar presionarlos y no dar demasiada importancia cuando se alteran por perder.
Recuerdo que cuando no existían los juegos electrónicos que hoy acaparan la atención de grandes y chicos, las familias tenían que acudir a métodos de diversión sencillos. El reto de practicar juegos como el de Veo-Veo con el cual aprendíamos a visualizar vocabulario; el de Flores y Conventos, en los que había que salir corriendo a buscar lo que nos pidieran y llegar primero; el de Frio y Caliente para encontrar un objeto; el de hacer cálculos matemáticos mentales; jugar palmeando las manos; piedra, papel y tijera; el tocadito; el de hablar en “jeringosa” o los juegos de mímicas eran facilitos, pero siempre provocaban algo positivo en torno a agilidad mental. Otros muy sencillos con las briscas españolas, los rompecabezas de infinitas piezas; la “generala” con los dados; el dominó, los crucigramas y el juego de la botella eran muy identificados con la suerte, pero nos mantenían interesados en ganar, en un entorno familiar. Añadirle algo de picardía o algún detalle embarazoso era costumbre entre los más grandes, pero igualmente divertido.
Y, es que divertirse en grupo con juegos sencillos es un arte y a la vez un reto a través del cual se puede aprender a ganar y a perder. Sin embargo, para lograr que se conviertan en adultos capaces de afrontar cualquier circunstancia es necesario inculcarles conceptos como los que presentamos a continuación:
-
Hay que exponerse a practicar lo que nos gusta, desde una perspectiva de entretenimiento y progreso. Un deporte, por ejemplo, se disfruta hasta desde “las gradas”. Si estás en un equipo, debes valorar la diversión, sobre todo, y esmerarte en aprender y progresar.
- No siempre se gana. Hay que aprender que tanto el triunfo como el fracaso pueden ser pasajeros. Cuando alguien entiende esto, le resta importancia al exceso de valor que otros dan a estos conceptos.
- De las derrotas se aprende si se analiza lo que provocó que el otro ganara y que tú perdieras y si se hacen ajustes para encaminar el triunfo.
- Aprender y practicar hace que se logre avanzar en dirección al triunfo, si no de forma inmediata, a menor plazo. Se dice que no puede dejarse a la fortuna, lo que el conocimiento y la práctica pueden lograr.
- Darse por vencido no es una alternativa, progresar, siempre lo será. Nada es estático si decides cambiarlo.
- Hay que reconocer y destacar el progreso en el proceso de aprendizaje. Por eso, es importante establecer metas reales en plazos cortos que se vayan reconociendo, según se vayan logrando.
- Muchos de los que ganan, dejan de evolucionar. Quien deja de practicar, aprender y evolucionar, deja de ganar.
- Los grandes triunfadores de la historia, antes pasaron por muchos fracasos, entre los cuales se encuentran figuras como Edison, Newton, Einstein, Abraham Lincoln, Beethoven, Henry Ford, Walt Disney, Michael Jordan, Oprah Winfrey, y Steve Jobs, entre muchos otros que han marcado la historia.
Más allá de la práctica de deportes o de otras disciplinas, es la actitud de los padres y tutores la que más puede impactar la vida de nuestros hijos en torno al desarrollo de auto-estima. Como dijimos anteriormente, una de las herramientas básicas que puede practicarse a temprana edad, son los juegos de mesa y los juegos infantiles. Hay que ver como es en la exposición a ello donde vemos algunos peques llorar cuando pierden “la sillita”, cuando los encuentran siempre en “escondite” o cuando pierden en el juego de Parchís o de Damas. Son precisamente éstas, las mejores oportunidades para corregir la percepción que tienen de perder y por ello hacemos las siguientes recomendaciones:
- Refuerza el hecho de que no es competencia, sino diversión, sustentada por unas reglas que hay que respetar.
- Si notas cierta aprensión a participar para no perder, insiste en que participe sin presión, solo por diversión. Para esto, los juegos en equipo son la mejor alternativa.
- Si eres tú el que propone el juego, no ofrezcas premios.
- Evita dar valor desmedido al ganador y menos aún importancia de que haya un perdedor.
- Si notas que el perdedor se frustra, analiza con éste(a), de forma despreocupada, lo que puede aprenderse de la “derrota” y cómo se siente para que tengas oportunidad de hacerle entrar en razón. No permitas que se “quite” del juego, ni que se descontrole.
- Exprésale tu apoyo, sin burla y dile que con el tiempo verá que a veces se gana y a veces se pierde, pero lo primero será más frecuente.
Ayudar a los niños a dominar estas destrezas, les hará enfrentarse a los eventos difíciles de la vida con mayor fortaleza y los hará entender la importancia de la disciplina, el aprendizaje y la práctica. La historia está llena de excelentes ejemplos, sólo hay que recordarlos.