Córcega y nuestros corsos
Por: Myra Sánchez
Para algunos puertorriqueños, descendientes de “corsos”, o sea, de inmigrantes de Córcega, esta pequeña isla mediterránea, despierta gran curiosidad y no debe sorprendernos que sea parte de su “bucket list”. Si te preguntas por qué los corsos viajaron desde tan lejos para vivir en Puerto Rico, la respuesta es que para 1815 el gobierno español concedió la Cédula de Gracia, invitando a extranjeros católicos a que se establecieran en sus Colonias de América, ofreciendo incentivos para convencerlos. La invitación fue aceptada y unos cuantos cientos de inmigrantes corsos vinieron a vivir a Puerto Rico, mayormente entre 1858 y 1870, estableciéndose en el sur y sur-oeste de Puerto Rico, y dedicándose principalmente a la agricultura y el comercio. Se dice que hoy hay cerca de medio millón de puertorriqueños descendientes de corsos y una asociación que reúne a muchos orgullosos de sus antepasados.
Córcega, al igual que otras islas en la región mediterránea, es una “montaña en el mar”, pero entre todas, la única que ha sido descrita como “la más hermosa isla en el mundo”. Tanto es así, que el autor de El Principito, escribió de ella que: “El sol le hizo tanto el amor al mar que acabaron engendrando Córcega“.
Para describir este hermoso paraíso, la isla ha tenido nombres en el pasado como Kallisté que significa “la sublime”, e Ile de Beauté, que significa “isla de belleza”. De hecho, entre sus riquezas naturales hay varias declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Su paisaje incluye áreas montañosas de exuberante belleza, bosques de pinos que rodean lagos, viñedos, casi 200 playas de arena fina, y acantilados de gran profundidad con cañones de granito. Además, posee variedad de especies endémicas en una flora y faunas espectaculares que protegen a través de cinco Reservas Naturales y un Parque Marino que cubren dos terceras partes de la superficie de la Isla. Por todo lo anterior, el turismo que visita Córcega encuentra una oferta sin igual, que incluye aventura por tierra y por mar, plagadas de hermosura y entretenimiento. Entre las alternativas por tierra, Córcega tiene variedad de rutas para hacer senderismo, a través del cual se puede conocer su riqueza natural que, durante casi todo el año, goza de un clima ideal en casi toda su superficie. Además, las áreas de alta montaña son particularmente atractivas para hacer esquí durante el invierno. Si hablamos de aventuras por mar, practicar “snorkel”, bucear, tomar un velero o disfrutar de toda variedad de deportes acuáticos, son posibles en esta isla rodeada de aguas cristalinas.
Cómo llegar y qué ver:
Podemos llegar a la Córcega Sur, la más visitada de sus dos regiones, a través de Ajaccio, tanto por avión, como por barco crucero, pero, para poder ver “la Isla de belleza” hace falta por lo menos una estadía de siete días, lo cual es posible solo por avión. Hicimos el ejercicio en un sitio de Internet, por siete días, con estadía de siete noches en hotel 4****, y obtuvimos un estimado de $2,900/persona. El itinerario de vuelo es viajando San Juan a Nueva York, Nueva York a Niza y de Niza a Ajaccio, Córcega. El punto más cercano a la isla desde donde transportarse queda a unas 49 millas en la costa de Italia, pero llegan “ferries” desde Provenza y desde la Costa Azul, de modo que es un lugar que puede visitarse como parte de un viaje a Francia o Italia.
Con una medida de 114 millas de largo por 51 de ancho, esta es la isla más pequeña en el Mediterráneo, después de Sicilia, y se divide entre Córcega alta y Córcega del sur. El lado norte es el que posee los pueblos más pintorescos y el menos turístico (muchos piensan es el más hermoso), pero también es el área de mayor movimiento económico. De este lado, hay que visitar Bastia, que destaca por su ciudad antigua de arquitectura genovesa, el antiguo puerto, y el Cap Corse, una península de torres que sirvieron de escudo contra los ataques bárbaros. De ese mismo lado, se encuentran varios pueblitos pesqueros, cuyos habitantes han preferido mantenerlos con la misma tradición y humildad que nos recuerdan que todo tiempo pasado fue mejor. Allí también se encuentra la reserva de aves de la Isla de Giraglia y el Desierto de los Agriates. De otra parte, para los que interesan escalar, hacer senderismo, “canyoning” o kayak, las Gargantas del Restónica son el lugar ideal.
El lado sur, que es el que más turistas recibe, parece tenerlo todo, incluyendo Bonifacio, el área urbana más visitada por sus espectaculares acantilados. Desde Bonifacio puede tomarse un bote para las Islas Lavezzi, rodeadas de aguas de color azul turquesa en medio de una reserva natural. También, en este lado está la capital, Ajaccio, famosa por ser el lugar de nacimiento de Napoleón, y porque alberga la villa portuaria donde llegan los grandes barcos crucero que producen un gran movimiento de turistas. Además, allí se encuentran la Punta de la Para y las Islas Sanguinarias y, moviéndose hacia el oeste, en el Golfo de Porto, las Calanques (fiordos) de Piana, uno de los lugares reconocidos por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad. Desde allí, salen excursiones en bote hasta el pueblo pesquero de Girolata, y hacia la Reserva de Scándola. La ciudad de Calvi, más hacia el norte, posee algunas de las mejores playas de la Isla, desde donde se pueden ver hermosas puestas de sol cada atardecer.
Visitar Córcega también ofrece una gran oportunidad de conocer la cultura que formaron sus antepasados, que incluyen, entre otros, desde fenicios y griegos, hasta romanos y sarracenos. Por ello, en la Isla pueden verse todavía ruinas pre-históricas, murallas griegas, villas romanas, iglesias románticas y barrocas, palacetes y hasta torres genovesas. De hecho, es importante destacar que Córcega fue territorio genovés (italiano) por 150 años, pero fue entregada a Francia en pago de una deuda en 1768. El corso es de naturaleza alegre y cuando se visita la Isla esto es notable en todas sus manifestaciones artísticas, donde se destaca sobre todo el canto. Y es que los corsos transmitieron de generación en generación, y de región en región, melodías entre las cuales el canto polifónico es el más antiguo, muchas veces cantado en grupos y a tres voces.
Qué comprar y comer:
Como en muchas otras de las islas del Mediterráneo, es común encontrar artesanía confeccionada con materia proveniente del mar o del suelo. La artesanía de más venta en Córcega es la confeccionada con coral rojo. Además, producen vino, aceite de oliva, embutidos y quesos, todos de alta calidad, y muchos de ellos con Denominación de Origen. Entre los más reconocidos están los embutidos (charcutería artesanal) “figatellu”, confeccionados con hígado, carne y especias, y el “prisuttu” o jamón salado. Además, el “brocciu” es uno de los quesos más reconocidos entre los producidos en Córcega.
Por su clima, Córcega tiene viñedos que se extienden por todo el litoral produciendo vinos exquisitos y con hasta nueve denominaciones de origen. De otra parte, siendo una isla mediterránea, es común encontrar pescados y mariscos frescos en su menú, destacando los calamares y las langostas. Para conocer la gastronomía corsa, existen excursiones con rutas que visitan bodegas donde pueden degustarse tanto vinos como otros productos del patio. De igual forma, es frecuente encontrar lugares tipo granjas donde se va a pasar la noche con el solo propósito de degustar las especialidades producidas en la Isla, aunque esto es posible también en cualquier buen restaurante, o café de sus pueblos.
Córcega, bella, sublime, fue la cuna de muchos antepasados puertorriqueños y luego de este reportaje tenemos que pensar que sólo pudieron permanecer en nuestra Isla porque aquí encontraron la misma belleza natural y alegría que caracteriza a su gente. Ahora nos toca a nosotros viajar y descubrir lo que nuestros antepasados dejaron en este lugar de asombrosa belleza natural.