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Terapia para Controlar la Ira

Por:  Sylvia A. Agostini
editorial@placerespr.com
 

La psicología, como ciencia del comportamiento y la conducta, nos ofrece cada día más respuestas positivas a los problemas y situaciones que parecen más difíciles de confrontar.  El surgimiento de nuevas técnicas y terapias que han ido apareciendo desde la década de los ’70 son como un regalo para ayudarnos a manejar mejor nuestra vida.

La terapia para el manejo o control de la ira, llamada en inglés Anger  Management, es hoy una de las más apoyadas y con mayor demanda.  La ira es una sensación frustrante o un conjunto de sentimientos negativos que pueden generar en nosotros reacciones que van, desde la indignación, hasta la violencia desenfrenada.

En nuestra Isla, contamos con terapeutas especializados que utilizan esta Terapia Conductual-Cognitiva para ayudar a todo aquel que ha decidido buscar apoyo y guía para aprender a superar y modificar este rasgo de conducta  negativa. Una generación nueva de psicólogos que entienden que a través de procesos cognitivos, en los que intervienen la inteligencia, la atención, la memoria y el lenguaje, entre otros, podemos manejar la ira y otros sentimientos negativos. El éxito de la terapia logrará que esos sentimientos negativos se conviertan en experiencias positivas.  Estos especialistas coinciden en que éste y todos los aspectos que afectan nuestra tranquilidad, necesitan y deben ser detenidos a tiempo.  Esto es posible cuando aprendemos a dirigirlos o encausarlos con nuevas herramientas y en forma adecuada.

El enojo, puede llegar a ser una fuerza muy destructiva y lacerante, que afecta la parte más íntima de nuestro ser, así como la vida de las personas con las que estamos en contacto diario: familiares, amigos, compañeros de trabajo, entre otros.  Lo bueno es que esta terapia es efectiva en personas de todas las edades y puede aplicarse en niños, adolescentes, adultos y ancianos.  Sin importar la edad, es necesario reconocer cuando se necesita ayuda y buscar cómo hacer contacto con un terapeuta de esta especialidad.

La aceptación es el primer paso para lograr superar el estancamiento moral y aspirar como los griegos a “mente sana en cuerpo sano”…  Posiblemente, al leer nuestro reportaje puedas apreciar que la ayuda existe, que no debes seguir atascada(o), ni mantener esos “issues” que han viajado contigo, sabrá Dios por cuántos años.

Algunos tendrán vacíos existenciales que no han logrado llenar y/o situaciones de vida de los que no se han podido liberar por falta de orientación y apoyo.  Capítulos o episodios sin conclusión que aflorarán en momentos inoportunos que producen sentimientos de culpa, inseguridades y nos atormentan contínuamente.

Si bien los psicólogos recomiendan exteriorizar la ira y la energía negativa, lo cierto es que no dejan de advertir que hay que buscar herramientas para hacerlo de forma positiva.  Necesitamos aprender a redirigir nuestros pensamientos para superar las insatisfacciones, las frustraciones y los trastornos de conducta, producto de la ira contenida.

Y, no hablamos de una reacción aislada o natural, por algo que nos indigna.  Nos referimos a las situaciones de vida que se adueñan de nosotros y se convierten en nuestro “modus operandi” o en expresiones espontáneas sin control, que nos hacen mucho daño.

Para muchos terapeutas la situación de ira es algo personal e independiente que se aparta de una definición psicológica.  Otros, entienden que la ira está acompañada por otros muchos conflictos que se desencadenaron por no actuar a tiempo.  Cualquiera que sea la opinión, lo indiscutible es que, cuando estas experiencias se acumulan, el sentimiento de ira se nos escapa de las manos y podemos ser un atentado anunciado.

Estamos expuestos a circunstancias en las que podemos percibir a nuestro alrededor los efectos de la ira contenida. Personas angustiadas que nos quitan la paz y nos añaden estrés.

Aunque algunos especialistas han llegado a considerar la ira como una posibilidad de carácter genético, en 1982, la Asociación Antropológica de los Estados Unidos se expresó al respecto: “El ser humano no está genéticamente predispuesto a la ira ni a la violencia y la violencia, no puede ser científicamente relacionada con el proceso natural de la evolución”…   Con ello se aclara, que lo que puedas creer que heredaste, realmente puede ser un patrón aprendido con el cual puedes trabajar a tiempo.

Según los psicólogos, la ira se puede presentar, por lo general, de tres maneras:

  • La precipitada o repentina – obedecen a situaciones presentes
  • La recurrente o cíclica – responden a algún conflicto del pasado, pendiente y sin resolver que aflora de continuo
  • La estable o intencionada –  parecen ser un estilo de vida

Sea cual sea la razón, no hay excusa para no iniciar una terapia para el control de la ira.  El especialista te ayudará a diseñar un plan de acción personal y responderás a tu compromiso ayudándolo a identificar pensamientos limitantes y puntos de estancamiento.  También, te ayudará a desarrollar estrategias de manejo para cerrar con el pasado, vivir a capacidad tu presente y no ser esclavo del futuro. Además, podría utilizar diversas técnicas y estrategias como psicoterapias, talleres de disciplina positiva, entre otros, hasta que unidos, hayan logrado que modifiques tu conducta y vivas con satisfacción.

La buena noticia para todos es que muchos de los terapeutas o especialistas que trabajan con Anger Management aceptan planes médicos.

Si entiendes que se te hace difícil controlar la ira, actúa a tiempo, solicita ayuda psicológica.  Así podrás lograr ser feliz y hacer felices a los que te rodean.


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