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¿Por qué Ponemos un Árbol Navideño?

Alemania es el país del mundo donde se alega nace la tradición Cristiana de poner un arbolito adornado para esperar el nacimiento del Niño Dios.

Se dice que desde tiempos primitivos, los pueblos del norte y centro de Europa conservaban dentro de sus viviendas plantas de hojas “siempre verdes” o perennes con un significado supersticioso y/o sagrado. Plantas como la hiedra, el muérdago, el acebo, el laurel, el pino o el abeto se suponían tenían valores curativos, entre otros. Era para el solsticio de invierno, cuando estos elementos se utilizaban como adornos con más creatividad y entusiasmo, coincidente con el periodo de la posterior Navidad Cristiana.

Las manzanas fueron los primeros ornamentos utilizados en las ramas de pino. Foto: CCO Creative Commons.

La variedad de tradiciones paganas cambió allá para el Siglo VIII cuando San Bonifacio, cristiano a cargo de la evangelización en Alemania, airado por haber visto como sacrificaban a un joven durante una celebración, sustituyó un árbol en honor a Yggdrasil (“árbol del universo en cuya copa se suponía vivían todos los dioses”) y plantó un pino, el cual, por ser “siempre verde”, utilizó como símbolo del amor de Dios.  Como analogía y en sustitución a las ideas paganas, San Bonifacio lo adornó con manzanas, que recordaban la tentación y el pecado original y velas, que representaban la luz de Cristo, como salvación del mundo.

Con el paso del tiempo, aunque los adornos fueron cambiando, la tradición continuó, pero no es hasta el siglo XVII en que se dice que en Alemania se puso el primer árbol de Navidad similar al que conocemos.  A este país le siguieron Finlandia e Inglaterra. De esta forma, los distintos colonizadores europeos fueron moviendo la tradición a los pueblos conquistados en América, llegando a nosotros a través de España.

Por lo anterior, el origen del árbol de Navidad es un símbolo de adoración que los cristianos ofrecen en honor al nacimiento del niño Dios, no un artículo de decoración, ni objeto de superstición. Ahora bien, si lo quieres decorar tal cual fue su idea original, ni manzanas, ni luces ni velas pueden faltar.


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