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Mi Recuerdo de Don Diego Suárez

Por: Ivelisse Agostini
iagostini@placerespr.com

Han pasado solo días de que Don Diego Suárez, un empresario puertorriqueño que entiendo todo el que le conociera debía admirar y respetar, partió a descansar. Desde mi carrera profesional, tuve la oportunidad de participar en foros en que fue conferenciante y ver cómo, gracias a Dios, fue reconocido en vida por su capacidad empresarial y su labor cívica. Conozco personas que han tenido el privilegio de trabajar con la empresa V. Suárez & Co., cuya Junta de Directores dirigió hasta el fin de sus días, que solo pueden hablar de él con respeto, admiración y mucho cariño.

Afortunadamente, como madre de dos ex alumnos del Colegio San José de Rio Piedras, institución de la cual Don Diego fue estudiante, tuve la oportunidad de escuchar su discurso sobre “Las Claves del Éxito en la Vida” que ofreció cuando uno de mis hijos era instalado en el Consejo de Estudiantes del colegio. Su visión me dejó tan impactada que al llegar a mi casa lo compartí con mi esposo, quien no había podido asistir, y él me sugirió que solicitase una copia del discurso para él poder conocer los detalles de lo que tanta admiración me había causado. Hablo de un evento que ocurrió en 1993.

Acogí la sugerencia de mi querido esposo y me comuniqué con la secretaria de Don Diego, entonces muy activo, y me sorprendí de lo accesible y familiar que fue cuando me anticipó que se pondría muy contento con mi solicitud. En sólo dos días tenía copia del discurso que conservo con verdadero cariño. En agradecimiento, mi esposo, que entonces hacia unos trabajos de artesanía que consistían en recrear la imagen del Cristo Crucificado con clavos de cemento soldados, le entregó a Don Diego una de éstas como regalo.

Con el paso de los años, cada vez que Don Diego nos veía en cualquier evento de negocios, nos identificaba y nos decía que conservaba “la cruz” en una de sus casas. Era increíble…

Por respeto a su familia y aunque imagino deben tener acceso a este discurso que considero un tesoro, no lo publico en detalle, pero comparto que entre las maravillosas cosas que mencionó, Don Diego agradeció al Colegio su invitación, la cual consideraba un honor, pues eran muchas las razones que tenía para agradecer la institución de donde se había graduado, destacando entre todas, su formación como cristiano.

El ilustre empresario consideraba hablar sobre el tema “Las Claves del Éxito en la Vida” como un gran reto, porque “son tantos los obstáculos y las oportunidades que se confrontan a diario, tan arraigadas actitudes ancestrales y tan rápido el cambio eventual…que es prácticamente imposible definir con precisión…”, expresaba Don Diego. Como se dirigía a jóvenes estudiantes, les comunicaba que entendía que ellos no estaban exentos de vivir los retos de las exigencias y demandas de la sociedad.

Don Diego habló de que el éxito individual o institucional es un concepto relativo que depende de muchas variables y muy acertadamente para el momento, puso como ejemplo a Michael Jordan, el cual si un día anotaba una cantidad de puntos menor a lo que tenía acostumbrado a su público, no se consideraría exitoso, cuando para otro, esos números serían la cumbre. Destacó, sin embargo, que muchos pequeños triunfos pueden ser la bugía del progreso y del desarrollo de la raza humana. Mencionó que el éxito no tiene ni conclusión, ni atajos, ni descuentos, que hay que caminarlo “como Dios manda”.

Pero la mejor parte de su discurso fue expresarle a los estudiantes que por encima de cualquier definición, lo más importante deben ser los valores para lograrlo, que no pueden ser pasajeros, sino permanentes y que estos son la receta para alcanzar metas, entre los cuales incluyó y definió en detalle ingredientes como: preparación, orgullo por lo que se hace; tenacidad; entendimiento; naturalidad en nuestras ejecuciones; carácter; integridad; acción; lealtad, entre otros. Su discurso culminó con una guía de consejos en torno a las actitudes que debería tener alguien que desea tener éxito. Los detalles de su elocución son maravillosos y confío que aquellos estudiantes de entonces, hoy profesionales, los recuerden con la misma admiración que yo.

Descanse en paz Don Diego, pero por siempre vivan sus valores y todo su gran legado.


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