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Visita a Ribera del Duero 4: Dehesa de los Canónigos

Por: Ivelisse Agostini

Visitar las facilidades de bodega Dehesa de los Canónigos, una de las bodegas emblemáticas de la región, fue un deleite porque allí nos reencontramos con la historia. Nos recibió Belén Sanz Cid, enóloga y hermana de Iván, dos de los cuatro hijos de Luis y María Luz, quienes están al frente de la bodega. Guiados por Patricia Regidor Sánchez, de la oficina de comunicación de las bodegas, desde donde se promueve el enoturismo, pudimos visitar gran parte de la propiedad y degustar algunos de sus excelentes vinos.

Enóloga Belén Sanz. Foto: placerespr.com

En sus orígenes, esta propiedad, ubicada en Pesquera de Duero, era ocupada por monjes canónigos y de ahí su nombre. Cuando la finca pasa a manos privadas, es Don Toribio de Lecanda quien la adquiere, junto a otra, también de gran importancia en la región. Al fallecer su esposa, hereda la propiedad a su hijo arquitecto, Teodosio Lecanda Chávez, quien por sus orígenes vascos, recreó la arquitectura de un caserío vasco en las naves individuales que fueron construyéndose poco a poco. A su muerte, dejó cada una de las dos propiedades a sus dos hijos, no sin antes haber ya promovido el cultivo de la uva, de forma exitosa en una y otra.

Entre 1931 y los ‘60s, Dehesa de los Canónigos fue propiedad de la familia Cid y luego de haberla vendido, es una de las hijas de estos, María Liz, casada con Luis Sanz, quienes la recuperan y la convierten en lo que es hoy día, bajo la tutela de sus hijos Belén e Iván.

En un principio vendían la uva a sus vecinos de Vega Sicilia (antes finca hermana), pero eventualmente deciden hacer su propio vino y logran su primera añada en 1989.

Aunque la propiedad tiene unas 500 hectáreas, solo 60 son utilizadas como viñedos. Se trata de vides procedentes del Valle de Napa en California, que fueron utilizadas como patrón e injertadas con viníferas traídas de Francia por Toribio Lecanda.

En la actualidad Dehesa de los Canónigos cultiva la Uva Tinto Fino (Tempranillo) con la que se producen sus vinos y otras tintas como Merlot, Cabernet Sauvignon y la blanca Albillo, utilizadas en menor escala como complemento.

Favor mover su celular a posición horizontal para ver mejor la siguiente foto-galería con nuestro recorrido por la bodega:

  • Entrada de la Finca. Foto: placerespr.com

La producción de los vinos es una sumamente cuidada, desde las vides, al recogido manual y selección de las uvas, que cuando llegan a bodega, vuelven a pasar por otra selección manual y una por máquina, para asegurar la mejor calidad. De hecho, con el fin de mantener la particularidad de lo que produce cada parcela, se vendimian y vinifican por separado.

La bodega, construida en adobe de 80cm. de espesor, cuenta con climatización natural para mejor eficiencia energética y control de temperatura automático. Luego de la fermentación alcohólica, los vinos de Dehesa de los Canónigos se crían en barricas, usualmente de roble americano de dos años, bajo la premisa de que lo indispensable es el equilibrio entre los aromas primarios de la uva y los que aporta el roble. El proceso ha tenido como resultado excelentes vinos, complejos, pero suaves y magníficos para guarda.

Vinos catados. Foto: placerespr.com

Luego de visitar la bodega y conocer parte de los procesos de producción, recorrimos el exterior con sus hermosos jardines y su singular arquitectura, así como el interior de lo que fue por mucho tiempo la vivienda familiar, con su mobiliario y detalles decorativos que transportan a la época en que todo comenzaba.

Tuvimos el placer de catar dos excelentes vinos de Dehesa de los Canónigos, mientras conversábamos en una preciosa sala, el Dehesa de los Canónigos, 2016 (88% Tempranillo y 12% Cabernet Sauvignon (15 meses); y, el Solideo (significa “solo ante Dios”), 2014; un “blend” de 85% Tempranillo, 12% Cabernet Sauvignon y 3% Albillo, un vino que solo se produce solo con cosechas excepcionales.

Y, precisamente como excepcional podemos catalogar las atenciones recibidas y los vinos degustados.

Agradecemos a los hermanos Belén e Iván Sanz por su gentileza en abrirnos sus puertas a tan apreciado patrimonio, y por poner a nuestra disposición a Patricia Regidor, quien con su hospitalidad y buena narrativa, permitió que viviésemos cada pedazo de la historia como si fuera hoy dia.

Invitamos a nuestros lectores a que se aseguren de visitar esta singular bodega, porque sin duda, tiene mucho que ver con todo lo que distingue al buen vino de esta región.


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