Viaje a La Patagonia
Por: Ivelisse Agostini
Sorprende que por estos “lares” tropicales haya tantas personas que tienen incluido en su lista de sueños visitar La Patagonia Argentina y hasta llegar a la La Antártida. Y, es que no se trata de cualquier cosa, pues hay que viajar hasta el punto más lejano del sur del planeta y exponerse a condiciones climáticas extremas, tanto por lo frio, como por lo ventoso, lo solitario y misterioso, sin que necesariamente haya confort, a pesar de lo costoso.
Incluirlo en su “bucket list” surge, en algunos casos, de haber vivido la experiencia de visitar en crucero algunos destinos de Alaska o de Escandinavia y quedar maravillados con sus sorprendentes paisajes, deseando entonces ver su lado opuesto en el sur. En otros casos, se trata de interesados en viajar al bello Bariloche u otros destinos del sur argentino, se motivan en extender su recorrido hasta el llamado “fin del mundo”.
Como quien suscribe lo más lejos que ha llegado es precisamente hasta Bariloche, que, aunque parte de La Patagonia, es diferente, solicitamos de algunas amistades que han vivido la experiencia de viajar hasta Tierra del Fuego y mas allá, que nos explicasen la realidad detrás de este sueño.
Lo usual es que desde Puerto Rico se viaje hasta Buenos Aires y desde allí a Ushuaia. Sin embargo, como los vuelos hacen escala en Calafate, son muchos los que se quedan una noche o dos allí, para hacer excursiones en el Parque Nacional Los Glaciares, declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO, y que comprende montañas, bosques y lagos. La mayoría de los visitantes escoge acercarse al lado del parque donde se encuentra el Glaciar Perito Moreno, famoso por su inmensidad y su constante movimiento. Como expresó mi cuñado cuando le pregunté, “lo más asombroso es que no bien te acercas a éste en el autobús, escuchas unos ruidos estruendosos que surgen de desprendimientos de inmensos pedazos de hielo”.
Me comentó que de alguna manera sientes ansiedad de ver cómo esa nieve acumulada por milenios se va moviendo hacia el lago y que según crece y se mueve, las paredes que llegan al lago, durante el verano, eventualmente se desprenden. Con tiempo puedes visitar también el lado montañoso del parque, con altísimos picos como el Monte Fitz Roy y el cerro Torre, así como moverte a Punta Walichu, una reserva natural y arqueológica, donde puede verse arte rupestre.
Les cuento que las ofertas de excursiones varían en torno a la forma de visitar por tierra o agua los diferentes lugares; hacerlo de forma más aventurera al incluir “rafting” y “trekking” y/o incorporando algunos placeres culinarios y de coctelería típicos de la zona. Sobre su visita a El Calafate, una amiga que viajó en mayo, me comentó que allí vivió la experiencia más extraordinaria de su vida, cuando al final de una excursión y llegada la noche, en medio del cielo totalmente forrado de estrellas, visibles gracias a la ausencia de contaminación lumínica, vio surgir de entre las montañas la luna roja. “Es que no puedes imaginar la emoción de sentirse tan cerca del universo, de estar experimentando algo único”. Ella iba deseosa de ver la aurora astral, luego de haber visto en Alaska la aurora boreal, pero no tuvo la oportunidad, aunque es algo posible en algunas épocas del año.
Añado que en toda esta zona pueden degustarse exquisiteces en cortes de carne, donde el cordero es el rey, así como otros exóticos que surgen de la caza y que usualmente se confeccionan asados. Dependiendo de la época en que se visite, en La Patagonia también hay que probar sus mariscos (particularmente la centolla), el “fondue”; su variedad de patés; sus famosos chocolates; las cervezas artesanales; los tintos de esta región; los hongos (setas), la torta galesa y su variedad de “berries” (frutillas).
Luego de visitar El Calafate, puedes llegar a Ushuaia, capital de Tierra del Fuego, nombre que le dieron los colonizadores por avistar a las orillas de sus aguas los fuegos que propiciaban los nativos para calentarse. Entre otras excursiones, tendrás la oportunidad de ver sus bosques y lagos con la flora y fauna del lugar, incluyendo sus famosos pingüinos. Para los amantes de la naturaleza, hay disponibles viajes en canoa, pesca y senderismo, entre otros. Algo mas “citadina”, en Ushuaia la oferta gastronómica se expande con un poco mas de variedad y confort.
De otra parte, desde Ushuaia parten los viajes para la Antártida, cuyo tiempo puede extenderse por varios días, en embarcaciones de menor tamaño, hasta en cruceros de lujo. Importante destacar que en la zona, que es muy ventosa, además convergen varios mares, por lo que el viaje puede resultar a veces “tempestuoso” y para ello se hacen recomendaciones particulares.
Tengo una buena amiga que ha viajado de las dos formas y me dice que el crucero viaja entre “islas” y aunque, en su viaje no desembarcaron en ningún momento, se puede disfrutar de unas vistas espectaculares y ver la fauna del lugar de forma bien cercana. Comenta que es una forma confortable de lograr el sueño, pero que siempre se debe ir preparado para la experiencia del movimiento del mar. Según me cuenta mi amiga, “llegar hasta este extremo del mundo es algo muy impactante, porque la naturaleza adquiere unas tonalidades predominantemente, blancas y grises con tonos azules; donde sientes la fuerza de una naturaleza virgen gracias a que la contaminación provocada por el hombre no ha llegado”.
Aunque con personalidades y gustos muy distintos, cada una de mis amistades mostró emoción ante los recuerdos que les trajeron mis preguntas. De alguna manera, pude percibir, incluso, algo de “intimidación” ante la exuberancia de unos paisajes, que por ser diferentes en un medio-ambiente de extremos, les sorprendieron y marcaron para siempre. De hecho, todos coincidieron en que, efectivamente, viajar hasta el Fin del Mundo, merece estar en el “bucket list”, pero que requiere una planificación para que el mismo tenga un final feliz.