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Alberto Lugo, ‘de cero’ al triunfo

Por: Myra Sánchez

editorial@placerespr.com

La historia del joven empresario Alberto Lugo, fundador de INVID, es una digna de contar. Aunque hoy es frecuente escuchar cómo se habla con admiración de “nuevos emprendedores”, el caso de Alberto es uno que genuinamente representa comenzar “de cero”, sólo y sin ningún apoyo económico, sin contactos…

Alberto Lugo, fundó Invid en 2003 y hoy es una compañía que ha comenzado a expandirse a otros mercados. Foto suministrada.

Alberto es un joven dinámico y valiente que allá para 2003, desde la marquesina de su casa, se dio a la tarea de fundar una compañía que pudiese proveer servicios de “software” a empresas que tuvieran necesidad de automatizar sus procesos y no encontraban soluciones que se adaptasen a ellos.

De aquellos primeros años, Alberto nos cuenta que “Tenía a cargo todos los roles: vendedor, contable, programador, y todo lo que hiciera falta”. En la medida en que la empresa comenzó a crecer, comenzó a contratar personal. “Actualmente estoy enfocado en desarrollar estrategias de crecimiento para la empresa, proveer apoyo a los departamentos, y motivar a los recursos para que continúen haciendo un trabajo de calidad”, nos comenta.

Alberto no tiene dudas en afirmar que la clave del éxito es trabajar duro o el “hardwork”. Especifica que “… hay que estar dispuesto a arriesgarse, trabajar noches y fines de semana. Cuando se tiene un negocio propio, no hay un horario fijo de trabajo. Muchas veces toca capacitarse en horas no laborables. Se descuidan amistades y familia. En fin, toca hacer muchos sacrificios”. Nos aclara, que la calidad y la cultura empresarial, así como la capacidad de trabajo en equipo de quienes trabajan con él, también ha sido determinante para el éxito de su empresa.

La vertiente empresarial que escogió, una que sin duda cambia constantemente, requiere que se mantenga estudiando, leyendo y viajando para mantenerse a la vanguardia de todo el desarrollo tecnológico.

Cuando le preguntamos sobre el momento en que supo que su empresa ya ocupaba la estabilidad y el volumen de nogocio atribuibles al éxito, nos contesta: “La empresa ha tenido éxito en Puerto Rico por más de 10 años. Sin embargo, no fue hasta el año 2012 cuando pasé por un curso del grupo Guayacán que nos interesamos en desarrollar un producto, para lograr un crecimiento acelerado”. De hecho, INVID ya opera en la República Dominicana y según nos cuenta, haber tomado un curso en Stanford, le hizo reconocer que podía convertir su empresa a una de clase mundial, lo cual es su meta actual.

Para Alberto el éxito se define con cada meta alcanzada y trazando nuevos objetivos que logren desarrollar el negocio. De otra parte, el tiempo le ha hecho reconocer otros valores y nos dice: “Con el pasar de los años, te das cuenta que el triunfo no solo es hacer crecer el negocio, sino crecer como ser humano, compartir con la familia y mejorar la calidad de vida tanto mía, como la de mis compañeros de trabajo”.

En cuanto a los mayores retos que ha encontrado en su camino, nos habla de que “Comenzar tan joven y sin contactos hacía difícil convencer a la gente de que sabíamos lo que estábamos haciendo”. Sin embargo, nos confirma que a través de “networking” y de prepararse adecuadamente para todo, logró romper barreras. Su mejor consejo para quien comienza: “Hay que soñar, atreverse y no tener miedo”. Asimismo, nos cuenta que su mayor satisfacción en ver como de una buena idea, ha surgido un negocio rentable que ha creado empleos bien remunerados, dentro y fuera de Puerto Rico. En cuanto al futuro, nos anticipa: “Lo veo positivo, de continuo crecimiento; exportando, aprendiendo y disfrutando el día a día”.

Quien se describe como una persona exigente, también es optimista con respecto al futuro de Puerto Rico, anticipando que se va a recuperar, pero que “Nos toca a todos trabajar y mover el país. No puede ser responsabilidad del gobierno solamente. Todos tenemos que trabajar por ser mejores individual y colectivamente”.

Esta es la historia de un joven soñador, dinámico, trabajador, disciplinado y exigente.