Cómo prepararnos para cuidar a “nuestros viejos”
Por: Myra SánchezCuidar a “nuestros viejos”, o sea, nuestros padres, cada vez sucede más temprano en nuestras vidas. Y es que con el paso del tiempo, muchas parejas han ido posponiendo tener los hijos para más tarde y, por ende, terminan envejeciendo cuando todavía los hijos son relativamente jóvenes.
De otra parte, hay muchas madres y padres solteros que aún con los adelantos y facilidades médicas, no atienden su salud, y que de forma inesperada descubren que padecen enfermedades incapacitantes o catastróficas que limitan su independencia física y económica.
Lo que la mayoría de los hijos desconocen, y a veces los padres, es que “los viejos” pasan a ser su responsabilidad y que hay leyes (como la Ley 168, según enmendada) que procuran por el bienestar de las personas de edad avanzada.
La importancia de las leyes que protegen a los envejecientes, es encontrar solución a sus necesidades y “mediar” para que los hijos, y en ausencia de estos, los nietos, contribuyan en su bienestar y que no sean abandonados a su suerte. Entendemos que solo se exime de la responsabilidad de sustento y/o apoyo, a hijos(as) víctima de abuso, maltrato o negligencia que hayan tenido que ser removidos del cuidado de sus padres. De todas formas, en circunstancias normales y a nivel moral, si hay más de un hijo, las responsabilidades deben distribuirse de acuerdo a las capacidades económicas y físicas de cada uno.
Pero, nuestra esperanza es que el amor que sentimos por nuestros padres sea suficiente para no tener que esperar que una ley determine nuestras responsabilidades. Por ello, a continuación damos unos consejos que pueden ayudar a prepararnos para ayudar a nuestros padres de forma efectiva:
Procura conocer la siguiente información de tus padres:
- Necesidades y Gastos
- Número Seguro Social
- Plan Médico y su pago mensual
- Nombre de los médicos que le atienden
- Condiciones de salud presentes y anteriores, propias y familiares
- Confirmación capacidades para conducir y otras actividades que conlleven riesgos
- Medicamentos que toma, frecuencia, efectos secundarios y costos
- Suplementos y cualquier terapia que represente gastos
- Alergias a medicinas o alimentos
- Deducibles totales
- Gastos mensuales de su hogar y balances de deudas
- Posibles centros de cuido o personas que cuiden en el hogar
- Conocer su voluntad en casos de enfermedad o muerte
- Si tienen o no arreglos funerales
- Ingresos
- Cuentas bancarias, instituciones, números y balances
- Planes de Retiro, activos y sin activar, institución y valor
- Seguros de Vida, valor, término o no
- Seguros de Incapacidad, cáncer, etc., valor, término o no y si está efectuando pagos
El escenario ideal es que padres e hijos se sienten a compartir toda esta información cuando todavía todo está en orden y no haya necesidades inmediatas. Sin embargo, si los hijos comienzan a notar alguna señal de deterioro, tienen que acercarse a discutir con sus padres la urgencia de que les faciliten esta información. Si hay más de un hijo, deben discutir con anticipación cómo pueden, de forma voluntaria, distribuir posibles responsabilidades, desde compañía, citas médicas, hacer compras o contribuir económicamente. Si los padres disponen de propiedades y otros valores económicos, es recomendable la asesoría de un abogado para que se haga un testamento y se determine alguna firma en las cuentas bancarias.
Nuestros “viejos” pueden pasar a ser nuestros “hijos” en cualquier momento. La mayoría hemos gozado de padres buenos que se han sacrificado por nosotros y merecen nuestro amparo. No esperemos a que haya una emergencia para asegurarnos que tendremos la forma de ayudarles.
Tengamos en cuenta que el ejemplo que demos de amor y atención a nuestros padres lo seguirán nuestros hijos cuando nos toque a nosotros ser los “viejos”. A tiempo, todo tiene remedio…