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Noches de Paz

Por: Ivelisse Agostini

Estamos en Navidad, una temporada que, aún los que no son cristianos prácticos celebran, aunque sea intercambiando regalos, disfrutando tradiciones musicales y culinarias. Sin embargo, esa, es solo la parte trivial de la festividad.

Como ha sucedido otras tantas veces en la historia de la humanidad, son tiempos de verdadero reto poder sintonizarnos con el mensaje de amor y paz que vino a traernos Jesús de Nazaret. No tengo duda que nuestro paso por el mundo debe, en el mejor de los casos, intentar seguir sus enseñanzas y lograr vivir, como expresase San Pablo en Filipenses 4: “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento…” Sin importar cuales sean tus creencias, lograr tener amor y paz, será lo que prepare tu camino para trascender espiritualmente, a pesar de cualquier circunstancia que te toque vivir.

Desde esa premisa, no es raro que el villancico de Navidad más popular en el mundo sea precisamente “Noche de Paz”, no solo porque rememora el nacimiento del Hijo de Dios, sino porque el más grande anhelo de todo ser humano, es la paz. El Maestro, a través de su vida y de su pasión, dio cátedra del verdadero amor entre sus seguidores y, tras su resurrección, conociendo el temor que les acosaba, lo primero que dijo a sus discípulos cuando los encontró reunidos fue la frase “la paz sea con ustedes”. Y lo ha dicho Jesús luego de vivir su humanidad en toda dimensión, con circunstancias terribles como las que puede vivir cualquier otro hombre y, sin embargo siempre y, a pesar de todo y de todos, promovió la paz y el amor.

Retomando nuestra mirada al presente, no podemos tapar el cielo con la mano al hecho de que resulta complicado amar y ser amado y, quizás todavía más, poder vivir en paz. Y, es que muchos se han desconectado de la Divinidad del Padre y viven sin esperanza, amargados e incapaces de ver nada positivo. Se han convertido en personas  egoístas capaces de hacer mal, en ocasiones, hasta “sin intención”, solo porque creen que les asiste la razón. Por acción u omisión, quien así vive tiene que reenfocar su vida y entender que todos los pensamientos, sentimientos y actitudes que nos desconectan del amor, son los mismos que nos impiden vivir en paz. Mejor aún, como diría Santa Teresa: “Quien a Dios tiene, nada le falta”.

Quien aspira a vivir en paz, necesita conectarse con Dios Padre para tener Fe y Esperanza, para practicar la Caridad. Al igual que el amor, la paz comienza “por casa”, en nuestro interior, valorándote, perdonándote, respetándote y motivándote a tener una vida con propósito y valor. Si logras amarte a ti mismo, podrás aspirar a vivir en Paz y a saber amar. Además, cuando hay Fe, se rechazan los miedos y los malos pensamientos que nos impiden vivir tranquilos y utilizamos herramientas como la oración para sobreponernos en momentos de tensión. Asimismo, mediante la oración impedimos que lo negativo nos acose, porque solo Dios es eterno y todo, de una forma u otra, pasará. Conseguimos la paz, viviendo el presente de la mejor forma que podemos, siendo discretos y respetuosos con la palabra; no asumiendo ni tomando todo lo que nos sucede como personal y respetando a los demás para lograr una mejor convivencia y… evitando juzgar.

Aspirar a vivir en Paz requiere que dediquemos tiempo en soledad, en silencio, en intimidad con Dios y nosotros mismos. Implica cerrar los ojos para conectarnos con nuestro aspecto espiritual, para abrirnos a conversar con Dios y que de Él llegue la paz que necesitamos.

En torno a la Paz que Jesús destaca, lo primero que se advierte es que no podemos vivir con temor. Y, es que el miedo, no solo es contrario a tener Fe, si no que es paralizante y causa sufrimiento porque anticipa cosas negativas que no han pasado y nos alejan del amor.

Al final, es tiempo de dejar atrás todo recuerdo, pensamiento o temor que nos cause sufrimiento y buscar de Dios de la forma más íntima y cercana. Si decides hacerlo, porque es una decisión, vas a sorprenderte, porque ese acto de desprendimiento de todo lo terrenal, lleva a “tocar con una mano”, la paz. Convertir esos “encuentros” en parte de nuestras vidas, es lo que nos renueva y nos  brinda el amor y la paz, que comienzan en casa, pero se hacen extensivos a todos a quienes podemos alcanzar con nuestro ejemplo.

“Que la Paz de Dios sea con ustedes en esta Navidad y siempre”.


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