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Hagamos Retiro Espiritual en el Hogar

Por: Ivelisse Agostini

El periodo de Semana Santa, cuyo origen es de índole religioso, y que a través de los años ha ofrecido unos días de receso escolar que muchos utilizaban para vacacionar, este año nos ha llegado en medio de una cuarentena que nos obliga a permanecer en nuestros hogares.

No puedo evitar pensar que esto es un “mensaje subliminal” que llega para recordarnos que debemos regresar a lo básico, a lo que corresponde hacer en estos días y que a través del tiempo se ha ido relegando: el recogimiento espiritual.

Para los Cristianos, esta solemnidad representa el sacrificio de amor de Jesucristo y su victoria sobre la muerte, que nos abrieron las puertas del Cielo. A partir del momento en que Jesús se retira a meditar al desierto, donde sufre anticipando su pasión, mientras “los apóstoles duermen”, se practica el ayuno, la abstinencia y el recogimiento con la intención de reconciliarnos con nuestro espíritu y de forma especial con el Padre. Son tiempos de “despertar” para que sean la bondad y el amor quienes rijan nuestras vidas y no lo contrario.

Tenemos que evitar “dormirnos” en medio de la situación que vivimos, la cual de manera excepcional nos está brindando la oportunidad de dedicarle un mayor tiempo a nuestra dimensión espiritual. Por eso, se nos ocurre sugerir que cada cual puede crear su “retiro espiritual particular” en el hogar, de acuerdo con las siguientes consideraciones:

Escoge el tiempo específico que quieres dedicar (días, periodos durante días consecutivos, horas, minutos), pero asegúrate de comenzar y terminar el día comunicándote a través de la oración, la meditación y la alabanza.
Selecciona las actividades que quieres realizar y busca la disponibilidad, sean de lectura, de ver películas o de sintonizar sitios de la internet donde puedas ver/escuchar misas o servicios religiosos, así como charlas sobre temas de enriquecimiento en torno a esta solemnidad.
Busca un espacio adecuado para recogimiento y paz, de modo que puedas concentrar tu mente en estos propósitos. Si vas a orar o a meditar, ¡desconecta el celular!
Adapta a la realidad actual, algunas de las cosas que hacías en circunstancias normales como participar de servicios y misas en días particulares y como en el caso de los católicos, “visitar” las 7 iglesias (por “internet”), rezar los 33 credos (por cada año de Jesucristo), etc., etc.
Aprovecha la ocasión para comenzar un buen libro, que de no tenerlo a la mano, puedes conseguir bajar por “sitios” de la Internet, que hasta tienen disponible la Biblia. También puedes acceder a biografías y películas de personajes históricos destacados por sus virtudes y sus buenas obras, desde Santos de nuestros tiempos como Padre Pio de Pietralcina y Juan Pablo II, hasta personajes de la estatura de Gandhi y Martin Luther King, por nombrar algunos.
De igual forma, si esto resulta novedoso para ti y se te dificulta organizarte, hazte de guías para la oración, aunque este ejercicio puede ser tan básico como rezar y meditar el Padre Nuestro (fue la oración que Jesucristo nos enseñó) o dirigirte a Dios Padre, tal cual harías en una sencilla conversación donde compartas tus inquietudes y esperanzas). Esto último fue también una de las enseñanzas de Jesús, quien se dirigía al Padre como Abba, o “papá”, una figura cercana y amorosa, que representa una visión diferente a la que existía antes de Él.
Expresa tu amor a través de alguna ofrenda, que puede ser abstenerte de algún placer superficial y hasta limitar tu ingesta de alimentos o bebidas por un día, etc.
Finalmente, organiza alternativas de actividades que puedas compartir con otros en tu hogar como un círculo de oración o el lavado de pies de la Ultima Cena, sin obligar a nadie, para que se cumpla su buen propósito.

Reitero que guiados por nuestra Fe, éste es un excelente momento para aprovechar nuestro tiempo meditando, orando y rindiéndonos en adoración a Dios Padre, en quien están puestas nuestras esperanzas. Mejor aún, la vida puede sorprender a muchos con la agradable experiencia de desarrollar una especial “intimidad” con Él a través de la cual es mucho más fácil llevar las cargas inevitables durante nuestra experiencia humana.