Siete Iglesias y Treintitrés Credos
Por: Ivelisse Agostini
Entre las tradiciones que heredamos de los españoles, se encuentra la de visitar los monumentos de siete iglesias, entre la noche del Jueves Santo y la mañana del Viernes Santo, esto, particularmente, entre los fieles católicos.
Para entender su significado, recordemos que el llamado Triduo Pascual comienza el Jueves Santo con una misa que recuerda la Última Cena de Jesucristo con sus apóstoles, que incluye la ceremonia del “lavado de pies”, pero más importante aún, recuerda la institución del sacerdocio y de la Sagrada Eucaristía, en la cual Jesús consagra su cuerpo y sangre al partir el pan y beber el vino. Terminada esta celebración, las iglesias católicas acostumbran a exponer el Santísimo Sacramento en un altar especialmente preparado para ser adorado. Por lo regular, las iglesias permanecen abiertas hasta la mañana siguiente, para recibir feligreses que llegan de diferentes lugares para completar siete visitas de monumentos, en las que rinden honor y alabanza a Jesús Sacramentado.
El origen de esta tradición no es preciso, porque algunos atribuyen su comienzo en Roma y otros, a algo espontáneo, surgido con el paso de los años por la exposición del Santísimo tras la celebración de la misa del Jueves Santo.
El llamado monumento se prepara utilizando elementos que destaquen la solemnidad de tener a Cristo presente, por lo cual muchos sacerdotes se esmeran en la creación de éste y utilizan elementos simbólicos. De otra parte, ante el Santísimo, los fieles se arrodillan a dar gracias a Jesús por su sacrificio y por todo su amor demostrado con su desgarrador sufrimiento. De alguna manera, se quiere acompañar a Jesús y orar junto a Él a partir del comienzo de su pasión. Además, a nivel personal, se alaba y se honra a Jesús con oraciones y peticiones particulares dirigidas a la salvación del alma y algunos incluyen el rezo de 33 credos, uno por cada año que vivió Jesús, distribuidos entre las siete iglesias visitadas.
Tengo que remontarme a mi niñez para recordar que era una tradición que mi madre seguía al pie de la letra y para ello nos llevaba a la misa de Jueves Santo en nuestra parroquia y luego íbamos a otras seis iglesias en el Viejo San Juan. Entonces, se veía el casco antiguo repleto de personas que se movían entre sus calles entrando y saliendo entre las diferentes iglesias, como San Francisco, Santa Ana, Párvulos, San José, la Capilla del Cristo y la de las Siervas de María. Con el paso de los años algunas de estas iglesias se han cerrado y, no sabemos si las que están abiertas, tendrán exposición del Santísimo como parte del “monumento” para ser adorado. De todas formas, la tradición continúa y cuando existe el interés y la intención, se puede confirmar con tiempo cuáles iglesias conocidas expondrán el Santísimo y hacer un itinerario para lograr el objetivo. De hecho, para los cristianos que hacen la visita a las siete iglesias en este periodo de tiempo, la iglesia católica ofrece Indulgencia Plenaria, o sea, se suprime plenamente la pena temporal que queda pendiente tras haber confesado y recibido absolución por alguno de sus pecados.
Al final, esta tradición nos ofrece la oportunidad de poder acercarnos a Jesús de una forma muy personal, con una intención preciosa de acompañarle en su pasión, mostrarle nuestro amor y darle gracias por su infinita misericordia.
Seguir esta tradición en familia estimula la devoción y permite que vivamos experiencias que, como en mi caso, siempre son recordadas. Además, puede convertirse también en una forma de conocer la hermosura de nuestro país.