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Los refranes de mamá

Por: Ivelisse Agostini

Cuando pienso en mi madre, no puedo evitar recordarla siempre bien arreglada, perfumada y con buenos modales. Mi mami no nació en cuna de ricos, pero era educada y elegante. Mejor aún, me transmitió la importancia de tener principios y saberlos defender. Su mayor legado: Enseñarme a amar a Dios.

Desde la premisa anterior, tengo recuerdos de una madre que me acunaba en sus brazos cantándome bajito, que olía a perfume francés, pero también de las veces que me llamaba por mis dos nombres cuando me iba a regañar.

Tuve una madre muy buena y no puedo evitar recordar algunos de los “dichos y refranes” que sabiamente utilizaba y que el tiempo permitió que descubriera la verdad que encierran.  No tengo hijas, ni nietas porque Dios me regaló todo un ejército de varones pero, para el beneficio de todas las madres que nos siguen, a continuación, comparto algunas de las “herramientas” que mi madre puso en mis manos:

“Con Dios y la Virgen todo es posible”

“Haz bien y no mires a quien”

“Cada cual siente sus males, y Dios los de todos”.

“No hay mejor palabra que la que no se dice”

“Quien no te respetas a ti mismo, no puedes respetar a los demás”

“El hábito no hace al monje, pero lo distingue”

“La verdad, aunque severa es amiga verdadera”

“La familia con y sin razón”

“La luz de “alante” es la que alumbra”

“El trabajo es honra”

“El que no tiene hecha, no tiene sospecha”

“Más vale tarde que nunca”

“El que vive de ilusiones, muere de desengaños”

“No hay mal que dure 100 años…”

“El que sigue consejos, llega a viejo”

“El que a hierro mata, a hierro muere”

“El que a buen árbol se arrima, buena sombra lo cobija”

“Dime con quien andas y te diré quién eres”

“Más vale solo que mal acompañado”

“No hay mal que por bien no venga”

“Hijo eres, padre serás…”

“Mas sabe el diablo por viejo que por diablo”.

“Amigo es el ratón del queso”

Evidentemente, como muchos de su generación, la mayoría de los refranes populares que utilizaba eran a modo de advertencia para evitar que cometiéramos errores y, por ende, tienen una raíz negativa. Sin embargo, repasarlos y aplicarlos, puede evitarnos decepciones y problemas.

Como mujer que ha tenido la fortuna de ser madre y abuela, hoy tengo que reconocer que hasta los errores que “mami” haya podido cometer, los hizo por ignorancia, pero siempre por amor. La mía fue una madre muy, muy buena.

Al final, resulta inevitable recordar lo que tanto repetía cuando se refería a mi abuelita:  “Madre solo hay una”.

 

En portada: La autora, acompañada de su querida madre, Q.E.P.D.


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