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Prepárate para Recibir a Jesús

Por: Ivelisse Agostini

Cada año, para estas fechas, los cristianos comenzamos un tiempo de espera por el “adviento” o llegada de Jesús, cuyo nacimiento (Navidad) celebramos el 25 de diciembre.  Sin embargo, lo que por tradición religiosa corresponde celebrar, según narrado en los Evangelios de las Sagradas Escrituras, ha ido perdiendo relevancia. De lo religioso se ha pasado a lo mundano, enalteciendo el aspecto material que, dependiendo de las circunstancias individuales, puede motivar ansiedades y angustias innecesarias.

La realidad es que vivimos tiempos en que el periodo de Adviento, más que nunca, tiene que tener un significado muy especial. Es evidente que el mundo atraviesa por momentos convulsos en los que además de la guerra entre países, son frecuentes los conflictos entre familia, parejas, compañeros de trabajo y en todo lugar donde compartimos, hasta en las mismas Iglesias. Por ello, obviar el significado del Adviento en estos tiempos, es perder la oportunidad de recuperar la paz mientras nos preparamos para recibir al Niño Jesús en nuestros corazones, con lo que ello significa en torno a nuestra Fe, a la Esperanza y a la  Caridad que nos deben distinguir, en todo momento.

Aun con nuestras imperfecciones, tenemos que crear conciencia de que, a pesar de todo lo que pase, de todo lo que nos afecte, de todo lo que sintamos nos estén lastimando las circunstancias de vida que nos toque vivir, tenemos que enfocarnos en prepararnos para recibir a Jesús. Por encima de toda apariencia negativa, corresponde que utilicemos todas las herramientas que tenemos disponible, entre las cuales destacan la oración, hacer buenas obras, reconciliarnos con Dios y perdonar. Especialmente agradecer, no solo por lo que tenemos a nivel material, si no la maravilla de tener una relación con Dios que valoramos y que siempre va a significar que nos sintamos amado(a)s. Lo cierto es que, ante las situaciones difíciles, como puede ser la soledad, la enfermedad; la pérdida de un ser querido; la escasez o el desempleo, entre otras, es necesario que siempre identifiquemos que hay algo positivo, como que nuestra Fe, es la mejor compañía posible; como que quien ha partido puede alcanzar la salvación; como que a pesar de que no haya abundancia, no nos falta techo, abrigo y sustento; que ante el desempleo siempre existe alguna ayuda en lo que conseguimos un trabajo o descubrimos alguna forma de generar ingresos con alguno de nuestros talentos. De otra parte, en torno a los sentimientos que genera una traición o un conflicto personal con seres que hemos querido, la clave es evitar “amarrarse al dolor”, ignorarlo y rechazar cada intento de recrear una y otra vez la mala experiencia. Porque, como diría Padre Orlando, “el cura de mi pueblo”, digo de mi iglesia: “No le des permiso a nadie para hacerte infeliz. Mejor date a ti permiso para ser feliz”. En todo caso, de las experiencias se aprende y con el tiempo se sana.

Al final, aprovechemos el tiempo que precede la llegada del Niño Jesús que viene a redimirnos, para hacer uso de las herramientas que antes describimos y para recibirlo como merece, con alegria y paz y honrarlo como una vez los hicieron los Reyes de Oriente.

Quien mejor describe cuál debe ser nuestra actitud en Adviento y siempre es San Pablo en Filipenses 4: 4-7 “Estén siempre alegres en el Señor; ‘se lo repito, estén alegres y den a todos muestras de un espíritu muy abierto. El Señor está cerca. No se inquieten por nada;’ antes bien, en toda ocasión presenten sus peticiones a Dios y junten la acción de gracias a la súplica. Y la paz de Dios, que es mayor de lo que se puede imaginar, les guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, fíjense en todo lo que encuentren de verdadero, noble, justo y limpio; en todo lo que es fraternal y hermoso, en todos los valores morales que merecen alabanza.“.

Que la Paz de Dios sea con nosotros, ahora y siempre. 


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