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Que la Paz sea con nosotros

Por: Ivelisse Agostini

Ante el panorama desolador que traen las noticias de guerra, es necesario que cada uno en su carácter personal haga un gran esfuerzo por mantener su paz interior y la de su entorno cercano. Como un pueblo de Fe que somos, debemos orar hasta el cansancio y esforzarnos por encontrar la paz en el mundo pequeño en que nos desenvolvemos, i.e.: familia, trabajo, círculo de amigos, iglesia, PAIS, etc.

Una mirada al presente y al desorden de valores que vive la sociedad nos lleva a comprender lo complicado que resulta cumplir nuestra misión de amar. Ante esa realidad, lo mínimo que podemos hacer es esforzarnos por ser tolerantes y no perder la esperanza. Quien no lo logra, corre el riesgo  de no ver nada positivo, deprimirse y amargarse y, hasta de pensar sólo en sí mismo, hasta el punto de perjudicar a otros “con o sin intención”. A tales efectos, es sencillo concluir que todos los pensamientos, sentimientos y actitudes que nos desconectan del amor, son los mismos que nos impiden vivir en paz, tal cual pasa en “el mundo grande”. Y, es que, al desconectarnos de la “Divinidad” perdemos la paz que solo es posible a través de Dios que es, en sí mismo amor y paz. Por amor, nuestro Padre nos dio libertad para obrar, algo que evidentemente no hemos sabido administrar.

En torno a la Paz que Jesús ofrecía en cada encuentro durante su vida pública, lo primero que necesitamos entender es que no hay espacio para vivir con temor. Y, es que el miedo, es contrario a tener Fe, es paralizante y causa sufrimiento porque anticipa cosas negativas que no han pasado y nos aleja del amor.

Quien aspira a vivir en paz, necesita conectarse con Dios Padre para tener Fe y Esperanza, para practicar la Caridad. Al igual que el amor, la paz comienza “por casa”, en nuestro interior y por nosotros mismos, valorándonos, perdonándonos, respetándonos y aspirando a una vida con propósito y valor. Quien logra amarse a sí mismo, podrá aspirar a vivir en Paz y a saber amar. Además, cuando hay Fe, se rechazan los miedos y los malos pensamientos que nos impiden vivir tranquilos. Además, somos más conscientes para utilizar herramientas como la oración en momentos de tensión e impedimos que lo negativo nos acose, recordando que solo Dios es eterno y todo, de una forma u otra, pasará. Conseguimos la paz, viviendo el presente de la mejor forma que podemos, siendo discretos y respetuosos con la palabra; no asumiendo ni tomando todo lo que nos sucede como personal y respetando a los demás para lograr una mejor convivencia.

Aspirar a vivir en Paz requiere que dediquemos tiempo en soledad, en silencio, en intimidad con Dios y nosotros mismos. Implica cerrar los ojos para conectarnos con nuestro aspecto espiritual, para abrirnos a conversar con Dios y que de Él llegue “la Paz que sobrepasa todo entendimiento”, de la cual también habla San Pablo en Filipenses 4.  

Aún en estos momentos en que no proliferan buenas noticias, si dejas atrás todos los miedos, y buscas de Dios de la forma más íntima y cercana, vas a sorprenderte, porque el acto de desprendimiento de todo lo terrenal, te lleva a “tocar con una mano”, la paz. Convertir esos “encuentros” en parte de tu vida, te renovará y brindará muchos días llenos de amor y de paz, uno a la vez, hasta que se convierten en parte de tu ser.


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