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Llorar y el “coraje de sufrir”

Por: Ivelisse Agostini

“Pero no había necesidad de avergonzarse de las lágrimas, porque las lágrimas daban testimonio de que un hombre tenía el mayor de los corajes, el coraje de sufrir”.
El hombre en busca de sentido ― Viktor E. Frankl

Para quien no conozca al autor de tan sensible frase, Víctor E. Frankl, fue un reconocido psiquiatra, neurólogo y autor de origen austriaco, que vivió la tragedia de los campos de concentración Nazi durante la segunda guerra mundial. Tras conocer el sufrimiento en circunstancias absolutamente crueles y perderlo todo, especialmente a sus seres queridos, Frankl dedicó su vida a promover la necesidad de que el hombre busque sentido a su vida, aun habiendo sufrido las peores experiencias. Es así como Frankl se convierte en creador de la Logoterapia y el Análisis Existencial como instrumento terapéutico para que el ser humano encuentre o reencuentre el amor por la vida. Su aportación a la psicología es utilizada por consejeros, psicólogos y psiquiatras para fomentar que las personas redescubran su capacidad para superar eventos de pérdida, entre otros, mediante el enfoque en una meta; o sea, darle nuevo sentido a su vida. De hecho, aunque fue un autor muy prolífero y exitoso, su libro más reconocido es “El hombre en busca de sentido”. De otra parte, Frankl fue un creyente que valoró sus creencias como herramienta útil para lograr superar el dolor.

La premisa de la frase con que comenzamos este artículo, que interpretamos como que llorar puede ser una expresión valiente ante el sufrimiento, se destaca entre muchas otras del autor por lo subestimado y mal interpretado que puede ser el llanto humano.

Desde nuestro nacimiento, el llanto representa una emisión de señales que en este caso, representa la certeza de la vida, y la sorpresa de un cambio de ambiente inesperado. A partir de entonces, la criatura habrá de llorar cuando sienta incomodidad, dolor o alguna necesidad física, como de alimento. Mientras crece, el llanto continua como la respuesta del niño ante malestares físicos, por salud o accidente; inconformidad o frustración y miedo, entre otros. En otras palabras, el llanto es la herramienta del niño para llamar la atención de un adulto y conseguir ayuda.

En la adultez, es menos frecuente el llanto, básicamente, porque se es más independiente. Sin embargo, las lágrimas no van a faltar ante situaciones complejas, menos común por motivos de felicidad, y más, cuando se trata de expresar tristeza, dolor, decepción y/o frustración. El machismo que sigue permeando a nivel social, provee para que el llanto sea mejor aceptado cuando es una mujer quien llora, pero un signo de debilidad o inestabilidad cuando se trata del hombre.

Lo que muchos desconocen es que cuando una persona está sometida a factores estresores diversos y/o severos, su sistema nervioso responde con frecuencia a liberar esa tensión a través del llanto. Por eso, el llanto puede convertirse en agente liberador y hasta salvador cuando las emociones se desatan tras pasar por grandes momentos de tensión. Y, es que, en la mayoría de los casos, luego de llorar, el cuerpo y la mente se relajan produciendo algún alivio. Tan real es esto, que personas que están sometidas a presiones continuas, lloran con más facilidad. Aunque hay personas que lloran en busca de atención, apoyo o consuelo, al ser juzgado como un síntoma de debilidad, muchos acuden a llorar solos y hasta a encerrarse, hasta que se sienten más relajados. No debe sorprendernos entonces, que expresar las emociones a través del llanto puede ser con frecuencia, mal interpretado.

Al final, cuando veamos a alguien llorar, lejos de juzgarle, sintamos empatía y recordemos que, de alguna manera, puede ser un gran acto de valentía.