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Orar Anima y Motiva

En más de un reportaje hemos hablado del poder de la oración e incluido data científica sobre su eficacia en las funciones neurobiológicas. Y es que, los resultados de un estudio realizado por el Benson-Henry Institute, de la Universidad de Harvard, arrojaron que en las personas de la muestra que oraban y meditaban en Dios se activaban áreas del cerebro que provocan felicidad, bienestar, alegría y auto-sanación. Se trata de un área cerebral que solo se activa cuando uno recibe un regalo inmenso e inesperado.

En esta ocasión, transcribimos un escrito de la Dra. Lis Milland que abunda sobre este tema, en momentos en que, evidentemente, necesitamos dedicar más tiempo a orar y lo influyente que puede ser esto para vivir una vida mejor, en un mundo mejor.

La oración como antídoto para el DESÁNIMO y la DESMOTIVACIÓN”

Por: Lis Milland

Hay un mensaje para el pueblo en este tiempo turbulento: Busquen el rostro de Dios, sumérjanse en oración, NO DEJES TU PRIMER AMOR. Solo así se podrá resistir y vencer. Solo en Él debe estar puesta nuestra confianza. La oración es una conversación bidireccional con Dios. Es el momento de más calma del día. Brinda una preparación para los retos del diario vivir en la mañana y para agradecer las bendiciones cuando se hace en la noche.

Orar es lo único que puedes hacer cuando ya no puedes hacer más. La mayoría de las situaciones que nos suceden están fuera de nuestro control… pero en la oración sabemos que Dios si lo tiene.

Orar hace milagros, ofrece consuelo al que ora y a aquel por quien se ora. Orar nunca es inútil, porque siempre conforta. Es la llave que transforma el lamento en gozo inexplicable.

Orar es la aceptación de tus limitaciones. Es aprender a resignarse cuando lo que pudo ser no ha sido. Es vivir sin rencor, aprender a perdonar, aceptar la derrota con dignidad y celebrar el triunfo con humildad.

Orar es buscar las fuerzas si no se tienen y confiar en que las cosas van a ser como deberían ser.

Orar es optimismo, no dar nada por perdido, luchar y resistir. Orar es fragilidad y conectarnos con nuestra vulnerabilidad.

Orar es desconectar y contemplar. Es introspección en la sociedad del exhibicionismo. Es relajarse y calmar los nervios.

Orar es razonar, aunque parezca lo más irracional que haya. Es planificar y anticipar las jugadas. Es abstracción en los tiempos de lo concreto y lo material. Es pausa en un mundo excitado. Es calma cuando todo es ansiedad.

Orar es un placer oculto, que se reserva para la intimidad. Un acto privado, y casi a escondidas, que, cuando se hace acompañado, necesita mucha, confianza.

Orar es el tiempo de escuchar la Voz de Dios y dejar que el Espíritu Santo haga sus funciones en nuestra alma.

Orar es un súper poder que nos predispone al bien, independientemente de las circunstancias externas.”

 

“En mi angustia llamé al Señor, pedí ayuda a mi Dios, y él me escuchó desde su templo. ¡Mis gritos llegaron a sus oídos”.

 Salmos 18:6


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